Nacido en Curtis (A Coruña) el 1 de Enero de 1944, es uno de los triatletas mas veteranos del país. Dermatólogo de profesión, empezó en el triatlón a una edad tardía. Desde entonces ha ganado múltiples medallas en campeonatos autonómicos, nacionales e internacionales, en diferentes distancias. El culmen, el Campeonato del Mundo de Larga Distancia en 2019 con 75 años, en Pontevedra, donde vive.
Panoramix es muy conocido dentro de la comunidad triatlética Española, no sólo por sus logros, sino también por su personalidad única. Genio y figura, cuenta además con su propia película: “Oldman”!

Entrevista en la revista “Triatlón” (Jul-Ago 2019)

No llevas toda la vida haciendo triatlón, pero sí toda una vida. ¿A qué edad empezaste y cuáles fueron las motivaciones para ello?

El primer triatlón que hice fue en el Algarve, el triatlón Don Pedro, en Julio de 1990, con 48 años. Lo típico, sales a toda pastilla y a los 25 metros de natación estás que no puedes más. Yo creí que me ahogaba.

Empecé porque leí un libro de Joaquín Ballesteros que hablaba sobre una cosa que se llamaba triatlón, y había también alguien de Guitiriz o de Rábade, donde se empezaron a hacer los primeros triatlones en Galicia, que había estado en el Ironman de Hawaii, o tenía relación con alguien de allí.  Hablamos y yo no sabía mucho de qué iba eso, pero resulta que como había que nadar, andar en bici y correr, y yo nadaba bien, o me parecía a mí que nadaba bien, la bici bueno… y aunque corría mal porque estaba muy grueso y era un tipo grande, pensé, déjame meterme en esto, a ver qué pasa…

Había uno que me ganaba siempre, que yo no sabía quién era. Me acuerdo de que iba vestido de negro en el triatlón de Barcelona, cuando se subía a Montjuic. Cuando yo iba por la primera vuelta en la bici, él ya venía de la segunda bajando como un bestia. Y el tal “fulano” se llamaba Iván Raña, que tenía 18 ó 19 años.

¿Habías practicado también otros deportes, no? ¿Qué te atrajo más del triatlón para dedicarte más en serio?

Yo había practicado en serio, o sea, federado, como deporte de equipo, hockey sobre patines, en el Deportivo de A Coruña. Jugábamos en la plaza de María Pita. Es un deporte muy completo, pero yo era muy malo porque no controlaba muy bien el patín y había tíos que patinaban mucho mejor que yo. El Espanyol de Barcelona nos llegó a meter dieciséis goles; 16-1, metí yo el gol de penalti, me acuerdo perfectamente. Actualmente en A Coruña hay jugadores campeones del mundo.

Más tarde, antes de comenzar con el triatlón empecé con el tiro al plato. Es un deporte durísimo, aunque a la gente no se lo parezca. Yo en algunas competiciones de triatlón he llorado de rabia y de impotencia, pero en el tiro lloraba casi siempre porque no tenía capacidad de concentración suficiente para llegar a las finales. La presión me podía. Una vez en un Campeonato del Mundo, yendo en cabeza, perdí la concentración y metí tres ceros seguidos. Y ese fue el día que llegué a casa, puse la escopeta en su sitio y no volví a tirar nunca más. Y de eso hace cincuenta años. Las escopetas están a la venta, por si a alguien le interesa…

También hice socorrismo, e íbamos a los Campeonatos de España. Llegamos a ser subcampeones. Allí se hacían tres o cuatro actividades físicas que eran muy exigentes.

El triatlón también tiene relación con mi época joven. Nadaba la travesía del puerto de A Coruña yo solo todas las tardes y “jugaba” a meterme entre las barcas y las tarrafas de los pescadores que iban a buscar la sardina.

Iba a nadar en una bicicleta que tenía escondida en un club de futbolines, ya que mis padres no me dejaban andar en bici, porque decían que era muy peligroso, que había muchos coches… ¡en los años 60! y en A Coruña había “seis coches”… Mi madre me regalaba tabaco para que fumara porque era de chicos. ¡Imagínate tú el concepto!

Al final, cuando más tarde empecé en el triatlón, como no había prácticamente nadie, pues hacía pruebas bastante buenas. Y dentro de un orden, no tenía presión porque yo iba a divertirme. Las carreras que gané en mi grupo de edad, la mitad no me enteré de que había ganado hasta que llegué a la meta.

Sprint Quiz a Manuel Cruces Prado

¿A qué equipos de triatlón has pertenecido? ¿Porque llegaste a montar el tuyo propio, verdad?

Durante un tiempo pertenecí al Tinajo Triatlón, que era un equipo que tenía la sede en La Santa, en Lanzarote. Me llamaban señor Manuel.

Aquí en Galicia creo que no pertenecí a ningún equipo que no fuese el mío. Como en Pontevedra no había ningún equipo en ese momento pues monté el mío, el equipo Panoramix. Yo era el presidente pero lo llevaba un “chaval” que había sido alumno mío en la Facultad de Medicina y luego se hizo médico deportivo. Actualmente, el Dr. García Soidán es profesor de Fisiología del Deporte.

Panoramix es precisamente tu apodo. ¿Por qué te llaman o te haces llamar así?

Viene de cuando hacía tiro al pichón, que ahora lo prohibieron, en A Toxa (La Toja). Había tres canchas y había altavoces. En las competiciones se escuchaba en todas las instalaciones una parafernalia que era “tira fulano de tal, prepara fulano de cual y listo tal”. Y allí la gente eran todos nobles… condes, duques y demás. Y como yo iba a pasármelo bien y no me importaban mucho las competiciones, me hacía llamar Marqués de Panoramix, que supuestamente venía de un tío mío que era de Bretaña…

Carlos Poyán, El Conde de Torres, que era de Pontevedra, era el único que sabía que mi nombre era inventado, y le parecía mal… “Tira el Conde de Teba, prepara el Conde de Torres, listo el Marqués de Panoramix”.

Pero la historia del nombre viene de atrás, de cuando iba a tirar al plato en Santiago de Compostela. Allí, uno de los que tiraba era un tío enorme, muy gordo, al que le llamaban Obélix. Y había otro, que era primo mío, que se hacía llamar Astérix. Y yo dije, vale, pues yo me llamo Panoramix.

La natación es probablemente tu mejor sector. De hecho, has hecho muchas travesías a nado. ¿Qué te da las aguas abiertas que tanto te gusta?

Sí, he hecho muchas travesías. La más larga fue Cíes-Bayona (16 km) y Cíes-Sanxenxo (13 km). Muchas de 10 km, como Cíes-Vigo.

La que más me gusta es Sisargas-Malpica. Es “corta” (4500 m), aunque, por sugerencia mía y de otros, se ha llegado a hacer también de ida y vuelta (9000 m). Es una travesía en la que si el mar está regular, “hay que nadar”. También suele ser en la que más fauna marina se ve. Alguna vez he visto delfines saliendo cerca y otros pasando por debajo, aunque estos casi nunca los ves.

En las travesías suelo llegar muy retrasado porque me separo siempre del grupo; yo le llamo “nadar en altura”. Nunca cojo pies, quiero ir “tranquilo, a mi bola”. Normalmente llevo a alguien en kayak o similar que me vigila, un poco por mi fibrilación auricular y mucho por el colon irritable. Tragar aire y agua de mar, al fin y al cabo es un purgante, me produce cólicos dolorosísimos.

¿Qué me dan las travesías? En nuestras aguas, especialmente mucho frío…

Sería muy largo de explicar, pero para simplificar: me integran en el cosmos, te hacen formar parte del universo y sentirte muy pequeño y humilde. Al mismo tiempo, te autoafirmas y hablas contigo mismo. No quieres que se acabe la travesía y, cuando ves tierra, la sensación es de pena y alivio a la vez porque aunque ya no podrías mucho más te da pena que se acabe. No sé si me explico.

Panoramix con uno de sus hijos (Manuel) en un evento de natación en aguas abiertas

Has participado en pruebas de todo tipo en muchos lugares diferentes, pero nunca llegaste a completar “oficialmente” la emblemática distancia Ironman. ¿Nunca te ha atraído realmente?

Participé en el Ironman de Vitoria-Gasteiz de 2019, pero no pasé (por 80 segundos) un tiempo de corte intermedio de la bici. Aún así, terminé la bici y la carrera a pie… sin dorsal.
Ponen los tiempos de corte pensando en triatletas de +60, pero claro, con diez o quince años más, no es lo mismo.
La prueba más larga que finalicé de manera “oficial” fue el Mundial de Larga Distancia en Pontevedra en 2019 (3k-113k-33k, aunque recortado a 1.5k de natación porque el agua estaba a 11ºC, aunque oficialmente a 13ºC). La hice bastante bien, quedando por delante del segundo. Fueron cerca de 10 horas, me parece… Pero ¡nunca más! Tenía 75 años y, a esa tierna edad, la recuperación es muy complicada y larga.
Lo del Ironman es para tipos muy sufridos y valientes.
Como anécdota, tengo la primera camiseta finisher del primer Ironman de Lanzarote, en 1992, donde no eran muchos los que salieron. La camiseta me la regaló Kenneth Gasque, el organizador, porque yo estaba allí, aunque no me inscribí. Al acabar me dijo que a mí me la daba porque sabía que “tú puedes”. Pero yo no me consideraba preparado.

¿Te ha quedado alguna espina clavada? Ya sea terminar un Ironman de manera “oficial” o cualquier otra prueba.

Espina clavada no debo de tener porque no me acuerdo.

Quizá haber hecho completo el triatlón de la península de Nicoya en Costa Rica, como parte del viaje a un Congreso Centroamericano de Dermatología. Se entrenaba al lado del volcán Poas, a 2500 metros. Olor a azufre, frío y niebla.

No pude hacer la carrera a pie porque, unos días antes, en una actividad de rafting en el río Pacuare, me arrastró la corriente y me di un tremendo golpe en el cuádriceps. Me permitía pedalear, pero no correr. Entre el dolor y los monos aulladores que no me dejaron dormir nada, solo pude completar la natación (interesante por el tema de las pirañas, aunque luego no había pirañas ni nada). Cuando me bajé de la bici, mucho hielo y dos días en cama en un hotel de San José.

Otra “media espinita” es no haber podido hacer la primera travesía de A Coruña desde la playa del Orzán, dando la vuelta por la Torre de Hércules hasta el Náutico.

Al ser casi un pionero de este deporte, has podido conocer a muchos triatletas de nivel top mundial. ¿Tienes alguna anécdota curiosa con alguno de ellos?

Corrí con muchos triatletas de fama mundial, claro, pero ellos eran unos chiquillos y yo era de grupos de edad.

Me acuerdo de Jan Frodeno, en un triatlón en Pontevedra. Pinchó cuando iba para la transición, desde el aparcamiento de la plaza de Barcelos, a unos 400 metros. Le ayudé con el pinchazo, y hasta creo que le di un neumático… Era un chavalillo largo él.

También me acuerdo de Dina Bilbao, que fue campeona de España. De las primeras triatletas y aventureras. Desapareció en un naufragio en el Caribe.

Otra que corrió conmigo fue Marisol Casado, ex presidenta de la ITU y ahora en el COI.

Iñaki Arenal, seleccionador nacional español, corría en absolutos en mi época, con su archirrival Paco Godoy (padre de Anna Godoy). Me acuerdo que nos estábamos lavando todos en una fuente (así era la cosa) en el triatlón de Rábade, y yo ya tenía un Polar. Iñaki me preguntó que qué reloj era ese… Luego él tuvo la representación de Polar muchos años.

Saleta Castro empezó con una bicicleta que yo le regalé, y la inicié en el triatlón. Tenía 13 años.

Campeones mundiales gallegos de Larga Distancia como Javier Gómez Noya, Pablo Dapena, Iván Raña… Algunos me llaman “maestro”, en broma y no tanto.

Y yo qué sé más…

Tuviste un accidente que detuvo tu carrera deportiva alrededor de tres años. ¿Cómo fue aquello y cómo conseguiste salir de ese agujero?

Me atropelló por detrás una señora (“pero fue sin querer”, me dijo). Tres años parado. Rotura de pelvis.

Primero, cama 58 días con un clavo traccionando el fémur; de hecho, una de las sensaciones más importantes de mi vida fue poder volver a sentarme a hablar con el señor Roca. Luego, silla de ruedas meses. Luego, muletas meses. Luego, una muleta más meses. Luego, alza en un pie años y toda la rehabilitación pertinente.

Fue muy difícil por la cantidad de barreras arquitectónicas que hay en las ciudades para la gente con alguna discapacidad. Subir a una acera con muletas es casi como terminar un triatlón.

Reapareciste en un 70.3 en Mónaco, el cual recuerdas bien, pero por otros motivos…

Después del accidente, mi “redebut” fue en el Ironman 70.3 de Mónaco, subiendo la Turbie y los Alpes Marítimos. Llegué de último… Previo a eso, ya me estaban buscando los helicópteros, porque tuve que hablar con el colon irritado entre las malezas varias veces. Ya habían abierto el circuito a la circulación… pero llegué. Fueron 7 horas, 33 minutos y 24 segundos.

Después de eso, hice más, pero la cadera seguía rota, y la carrera a pie era complicada. Esto era en 2009. En 2019, gané el Mundial de Larga Distancia… muriéndome de dolor en la “pata”.

Efectivamente en los últimos años has tenido bastantes problemas con las lesiones, pero has conseguido siempre continuar hacia adelante. ¿Siempre has tenido claro que querías seguir en este deporte?

Las lesiones no te impiden seguir entrenando, normalmente… Casi siempre puedes “nadar” alguno de los deportes, aunque no sea con la misma intensidad. Nadar casi siempre y también bicicleta. Quizá la carrera a pie es la que no sueles poder. Y en cuanto te repones vuelves al tri, y mientras, vas participando en otras disciplinas.

La cuestión es que puedes participar casi siempre, puedes competir a veces y puedes disputar algunas pocas veces porque la “forma” dura un tiempo limitado. Y disfrutar siempre, aunque te duela.

Tu mayor logro deportivo es probablemente el Campeonato del Mundo de Triatlón de Larga Distancia en Pontevedra en 2019, en Grupo de Edad 75-79 ¿Fue esa necesariamente tu mejor prueba?

Sí, quizás esa semana de Campeón del Mundo de LD y subcampeón de Aquatlón dos días antes (reservé mucho) fue la mejor prueba.
Ya había iso Subcampeón del Mundo de LD en Vitoria en 2012, en el grupo de edad 65-69.

Medallas de oro (LD) y plata (Aquatlón) en el Campeonato del Mundo (Pontevedra, 2019)

¿Cuál es la prueba donde peor lo has pasado? Ya sea por su dureza, porque no tenías el día, etc.

El triatlón en que peor lo pasé fue en el Alpenhaus. Es durísimo. Yo no estaba bien y lo acabé de milagro.

Tanto por las subidas como por las bajadas. Fui a mirar el circuito y lo que más llamaba la atención eran los colchones. Sí, los colchones. Los tenían abrazando los árboles en las curvas, por si te comías uno… Muy duro.

Fui dos veces.

Treinta y cinco años recolectando tesoros de todas tus competiciones. ¿Qué tres te llevarías a la (deshabitada) isla de Tambo?

Quizá la medalla de ganar el triatlón Volcano de Lanzarote, las del Mundial… y una caldeirada de rape.

¿Qué época has disfrutado más en todos estos años?

La época de más disfruté… En un principio, cuando ves que progresas día a día y te recuperas pronto. Y también el periodo “corto” de forma, cuando te encuentras muy bien y llegas a lo que llamo “mi meta de salida” en forma, y dices… puede que alguien me gane hoy, pero le va a costar “un huevo de la cara”. Esto dura poco pero es una época muy buena.

Luego te pasas de entrenos y viene la consabida lesión… (que le pregunten a González Amo). Hay que llegar “sobrao” de energía. Según las siguientes fórmulas del Marqués:

E+D=F

F+I=Pódium

F+I+C+S=Campeón

(E de entrenamiento, D de descanso, F de forma, I de ilusión, C de cerebro, S de suerte)

Yo creo que en realidad habré llegado a muy pocas competiciones sin ningún problema… Que si no te llega la bici en al avión (tres veces), que si te encuentras con la cinta del casco rota (a partir de eso ya nunca lo dejo el día anterior), que si las ruedas deshinchadas, ¡que si llevas las zapatillas de bici del mismo pie!, o las de correr, que si se “abre”(te) el neopreno, que si las gafas de nadar (te las “quitan” amablemente en una boya), que si la cena del día anterior te da cagarría, que si no ves bien el circuito y te pierdes (soy especialista en eso), o en la carrera a pie, y a veces incluso nadando te lo explican mal o no lo entiendes tú bien y te saltas una boya… Todo eso me pasó.

Disfrutar siempre, aunque te duela

Mas de tres décadas dan para mucha evolución en cualquier ámbito de la vida. ¿Qué se ha ganado y qué se ha perdido en el triatlón en todo ese tiempo?

El triatlón ha perdido su esencia al hacerse “olímpico” con rueda; eso es otro deporte.

Cuando empezamos era una “lucha” de unos cuantos “chalados” contra una distancia. No competíamos entre nosotros, queríamos disfrutar de la “excursión”. Con acabar era suficiente. Nos ayudábamos unos a otros con la comida, la bebida e incluso en las averías. Hombre, siempre te gustaba quedar bien, pero ganar era lo de menos. Sólo gana uno.

Cuando se empezó con el “circo” del olímpico y distancias menores para la TV, se empezó otro deporte.

Ahora que puedes mirar hacia atrás y evaluar y valorar toda tu trayectoria, ¿volverías realmente a hacer un camino parecido o hubieses probado alguna otra cosa?

No sé. Es muy difícil predecir… especialmente el futuro.

Cuando haces largas distancias, especialmente nadando, tienes mucho tiempo para pensar y arreglar tu mundo hablando solo…(a veces necesito consejos de gente con experiencia). Es difícil encontrar eso en otros deportes.

¿Has podido sacar del triatlón algún aprendizaje para tu vida laboral como dermatólogo?

Sí. En mi especialidad de dermatólogo, el triatlón me enseñó la paciencia que hay que tener para hacer algunas historias clínicas de pacientes complicados y aclarar algunas dermatosis, porque habitualmente vienen sobre tratadas. Todo el mundo se siente “capacitado” para aplicar cremas y pomadas.

También me enseñó que hay que ver la “competición” en su conjunto. Hay que ser médico de la piel, además de dermatólogo, que no es lo mismo.

Dermatólogo es un especialista; imagínate un ciclista, por ejemplo. Pero en el triatlón tienes que hacer las tres disciplinas, como el médico de la piel tiene que ver al paciente como una persona enferma, no como alguien que solo tiene una “pupa” en la piel. De hecho, la piel es el órgano más grande del cuerpo y tiene una capacidad de expresión muy variable que sólo debe interpretar un dermatólogo. No sé si me explico.

Para terminar, me gustaría agradecer a todas las personas que me han ayudado en todo este tiempo, que son muchas; especialmente a mis parejas, que cuando la cosa se ponía dura siempre estaban allí.

HALF DISTANCE (113k – 70.3 miles)